Nada es independiente de nada en una ciudad. Vaciar un edificio y dejar un punto negro en la ciudad, afecta de manera directa al entorno más cercano.
El Hospital de la Fe, en Valencia, es un antiguo complejo hospitalario de 15.000 m2 en desuso. Cómo todo gran gigante abandonado, se ha transformado en un agente negativo tanto para el desarrollo de su contexto como la tranquilidad de sus cohabitantes. La oficina de arquitectura Espaimgr ha realizado un trabajo principalmente visual, que tiene por objetivo, por una parte, generar conciencia y por otro realizar una crítica hacia este gigante desierto. Con imágenes de impacto, buscan enseñar la capacidad de mutación y evolución que podría tener el hospital.
Más imágenes y la descripción de los arquitectos, Después del salto.
El proyecto empezó un poco de manera casual. Trabajábamos en otro proyecto titulado “desastres antinaturales”, en el que reconstruíamos de manera visual grandes construcciones ilegales en el litoral mediterráneo que incumplían las leyes de costas. A medida que íbamos madurando el proyecto, observamos las posibilidades reales que ofrecían cada uno de los edificios, muchos de ellos abandonados. Decidimos posponer este proyecto y centrarnos en una construcción en desuso en la ciudad de Valencia, el antiguo Hospital Universitario la Fe, un complejo hospitalario que recientemente ha sido privado prácticamente de uso.
Nada es independiente de nada en una ciudad. Vaciar un edificio y dejar un punto negro en la ciudad, afecta de manera directa al entorno más cercano. Así que imaginemos las consecuencias de un recinto con más de 150.000 m2 edificados. Decidimos abordar el proyecto no desde la denuncia, sino tratando de verlo como una oportunidad. Las imágenes muestran una transformación dolorosa y áspera de cada uno de los módulos que componen el antiguo hospital de la FE. Una mutación física en representación de una funcional. Mostrar un edificio que evoluciona, en paralelo a una sociedad cada vez más concienciada sobre el reciclaje urbano. Un edificación capaz de reestructurarse y modificarse para poder albergar nuevas funciones sin tener que ser derruida y reconstruida. En resumen, la capacidad de una edificación para adaptarse a otra función.
Las dimensiones del antiguo complejo hospitalario, así como su relación con el entorno inmediato y la posición central en la ciudad son unos aspectos positivos que contrastan con la inmovilidad que hoy ostentan estas instalaciones hospitalarias en desuso. Su recuperación supondría no sólo la reactivación de la zona, sino además la apuesta por una ciudad sostenible y respetuosa con sus recursos propios.
Creemos que este objetivo puede lograrse a través de la articulación de tres ideas fundamentales:
1. La introducción de nuevos usos que rentabilicen el antiguo Hospital la Fe.
2. La formulación de estos nuevos usos sobre la realidad local y vecinal
3. El reciclaje y readaptación de las antiguas instalaciones y espacios existentes.
En cuanto a la forma de contar el proyecto, usamos un cuento porque consideramos que es una forma interesante y más amplia de transmitir el mensaje (puedes verlo acá). No pretendíamos hacer una reflexión de arquitectos para arquitectos, sino hacer visible un problema al mayor número de personas posible.
El proyecto cuenta dos historias:
En la segunda que es la que menos protagonismo tiene en la web, se cuenta la continuación de la historia de la bella durmiente, analizando la situación del barrio mientras que la fábula del pulpo, es una manera sencilla de explicar, la situación actual del antiguo hospital de La Fe. Por un lado tenemos un pulpo con la movilidad reducida en representación de una parte importante de la sociedad que no se puede valer por sí mismo, al quitarle en gran parte su sustento. Por otro lado tenemos un cántaro roto, el cántaro del cuento de la lechera, un cántaro famoso, roto en la realidad de la ficción. Un objeto reconocido por todos, que por un error, una mala gestión en la realidad urbana, ha dejado de ejercer su función. Y finalmente tenemos una acción, un cambio, un movimiento. El cántaro roto no se tira a la basura, se deja en el mar. Al final viene a decir,que de una manera u otra, todos los elementos están relacionados y a menudo, la problemática de unos es la solución de los otros.
En cuanto a la relación que tienen las imágenes entre sí y con la fábula, por un lado tenemos el cuento, por otro están las imágenes. Ambos tratan el mismo tema, pero no directamente. Cada una de las imágenes acompaña un texto, y es ese texto y ese orden el que han de seguir. Otro orden sería otra melodía. Cogemos dos elementos con una lectura adaptada a diversos formatos y los fusionamos, ofreciendo diversas interpretaciones. Tenemos una historia visual que sin tener una trama, sí que tiene un principio y un fin y sobre todo transmiten unas emociones, un interrogante, que se agrava al venir acompañada de una fábula.
Por ejemplo, el momento en el que el cántaro se rompe, el edificio se rompe con él, mostrando un interior lleno de posibilidades. Un edificio con una infraestructura tanto propia como de barrio, lista para ser usada.
Hay una serie de imágenes donde se ve una evolución imposible del edificio, en la que el pulpo deja pasar el tiempo, mientras lamenta su estado. Mientras se lamenta, el cántaro ha cogido las riendas de su vida y ha tratado de cambiar, de mutar. Con esto queremos decir que si que hay una relación entre texto e imágenes, pero no una relación tradicional donde las imágenes son una representación visual del texto o viceversa. Hemos tratado de llevar esta relación a otro plano.
Por último, comentar que el proyecto forma parte una serie de acciones que se están llevando a cabo como parte de un a cooperativa llamada “proyectos con final feliz” Nosotros como “espaimgr” nos hemos encargado de esta parte, con la ayuda de Aitor Varea. El proyecto sigue en marcha por otros caminos, a los que ahora mismo se están incorporando las opiniones del tejido asociativo del barrio.